El desayuno como medio de socialización

El paro de media duración es una mierda como un piano, eso está claro para la inmensa mayoría de las personas, pero tiene sus cositas, para qué vamos a engañarnos. El desayuno fuera de casa en compañía es una de ellas.
En ocasiones es un evento social que requiere una pequeña inversión, unos 2,50 euros de media dependiendo del bar en que desayunes si el menú es de café con leche y tostada de tomate, pero aún existen almas caritativas (y con trabajo!) que a veces te invitan, porque saben cuánto valen realmente esos dos euros para alguien que dedica más del 50% de sus ingresos a una hipoteca.
Y ¡qué placer! Reunirte cada día con un amigo, familiar o conocido en un bar diferente cada vez, al que acudes dando un paseíto (otro de los privilegios de los desempleados y los jubilados, no hay prisa); olvidarte de tus tonterías escuchando tonterías ajenas, ponerte al día en media hora que dura el desayuno de los privilegiados con curro, leer el periódico en papel «gratis», salir de casa y ver que hay vida más allá de tus pelusas…Vamos, terapia contra la autocompasión por dos euritos de ná. Hoy, con mi amiga y ex-compañera Lidia, que se va de vacaciones y ha prometido un desayuno largo y tendido.

Como una servidora vive en Guadalajara y se mueve por el centro, puedo decir que las mejores tostadas de tomate que he probado son las de Casa Palomo, la Cava Baja, Montemar y las del desaparecido Casinillo, sigh…

P.D.: Ayer me dijeron que mi primera entrada pinta mi vida peor de lo que realmente es, pero los análisis son realmente una putada para alguien que tiene las venas tamaño recién nacido.